BCCCAP00000000000000000000626
---·······-·P. '.PÍO M.ª DE·MONDREGANES, O. F. M. CAP. 116 nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos de Dios, coherederos de Cristo" (10). El mismo San Pablo, escribiendo a los efesios sobre el plan divino de la salud, dice: "Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos, por cuanto que en Él nos eligió untes de la constitución del mundo, para que fuésemos santos e inmaculados ante Él, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por .Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alaban.za de la gloria de su gracia" (11). A los gálatas declara nuestra situación actual por Je– sucristo: "Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley; para que recibiésemos la adopción. Y por ser hijos envió Dios a nuestros corazones el Espíritu del Hijo, que grita: ¡Abba, Paterl" (12). La adopción sobrenatural es más íntima y profunda que la natural. Por ésta el adoptado, segÚin las leyes civiles, tie– ne derecho a los bienes externos, como alimento, herencia, etcétera. Un matrimonio que adopta un hijo extraño éste no participa de la sangre de aquéllos, sino sólo de algunos derechos. En la adopción sobrenatural n.o sólo nos dan el nombre de cristianos y el derecho a la herencia eterna, sino que participamos también de la naturaleza divina, por medio de la gracia, que nos comunica la vida divina. San Juan, en el prólogo de su Evangelio, dice que "Jesús era ia luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hom– bre. Estaba en el mundo y por Él fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció. Vino a los suyos, pero los suyos no le recihieron, dióles poder de venir a ser hijos (10) Rom., VIII, 14-17. (11) E{., I, 3-5. (12) Gál., IV, 4-6.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz