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110 P. PÍO M," DE MONDREGANES, O. P. M. CA1•. elernas y consubstanciales. No pretendemos ahora probar la existencia del misterio, sólo recordamos algunos puntos que nos pueden ser útiles. En la A mmciación se mencionan las Tres Personas por el ángel: "El Espíritu Santo descenderá sobre Ti, la Po– tencia del Altísimo te cubrirá con su sombra y el Ser que nacerá de Ti será llamado Hijo de Dios" (1). En el IJautismo de Jesús están presentes las Tres Per– sonas: El Padre habla; el Hijo es bautizado y glorificado; el Espíritu Santo aparece en forma de paloma. Jesús dice a los Apóstoles: "Id por todo el mundo, en– señad a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (2). San Juan escribe: "Tres son los que dan testimonio en el Cielo: El Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son una sol a cosa" (3). San Pablo, en la segunda a los corintios: "La gracia del Señor Jesucristo y la caridad de Dios y la comunicación del Espíritu Santo sea con vosotros" (4). Con frecuencia se repite esta verdad en la administra– ción de los Sacramentos, en las acciones litúrgicas, en las profesiones de fe, en la doxología: Glol'ia Pall'i et Filio et Spiritui Santo. Los Padres, los doctores de la Iglesia, los mártires, repiten con frecuencia esta verdad. Santa Afra, en su pasión, exclama: "Te ofrezco este sa– crificio, ksús mío, Vos que reinúis con el Padre y con el Espíritu Santo". Santa Cecilia, virgen y mártir romana, expira y cae so– bre su cuerpo, y tiene el índice de la derecha indicando la izquiPr<la, la cual tiene tres dedos alargados como indi- (1 J J,,:c., I, 35. (2) .Uat., XXVIII, 19. Cl) .!11., V, 7. (4) JI Cor., XIII, 13.

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