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A LOS LECTORES San Pablo, ,lpóstol de las Gentes, escribía a los roma• nos: "¡ Oh profundidad de la riqueza, de la sabid1Iría y de la ciencia de Dios!¡ Cuán insondables son sns juicios e in– escrutables Slls caminos! Porque ¿quién conoció el pensa• miento del Serwr? O ¿q11ién fue su consejero? O ¿quién primero le dio, para tener derecho a la retribución? Por– que de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A l~l lo ¡7loria por los siglos" (Rom., XI, 3:3-36). Es verdad que no podemos en ,este mundo conocer in· fuitivamente el pensamiento de Dios; pero sabemos, sin embargo, por la rnz6n ¡¡ la fe, que Dios es Creador del uni– verso y con su poder, sabiduría ¡¡ bondad gobierna todas las cosas visibles e inuisibles. Decía .Jesrís a sus Apósto– les: "¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni ,uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, mw los cabellos todos de uues– fra cabeza están contados" (l\Iat., X, 29-30). Dios, con inefable Providencia, dirige todas las cosas del universo para szz gloria externa ¡¡ nuestro bien. Con se– ñales manifiestas o por sendas oc11ltas, con fuerza o s,11·a– vidad, dispone los medios para conseg,llir los fines q;,e in– tenta. Este modesto trabajo quisi-cra que fu era un himno de gratitud a la Divina Providencia por los beneficios inmen– sos que, con paternal amor, ha ido derramando en los ca– minos de mi vida, ya septuagenaria.

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