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Primero deben trabajar por conwrtir los acatólicos que quizá se den en sus diócesis "". Después deben fomen– tar entre los fieles las vocaciones misionC'ras, el espíritu misionero y la cooperaci{m a la obra de las misiones. Pío XI escribía en Rcrum Ecclesiae: "Leernos que Cristo mandó no sólo a Pedro, en cuya cútedra somos Sucesor suyo, sino a todos los Apóstoles a quit·nes vos– otros sucedéis: 'Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a tocia criatura'; de donde resulta que de tal modo pertenece a Nos el cuidado ele propagar la fe, que vosotros, sin duela alguna, cuanto lo consienta la función singular y propia de vuestro ministerio, debéis compartir con ~os los trabajos y cooperar lo que os sea posible en esta empresa". 56. Sacerdotes.-Los sacerdotes estún llamados a cumplir la parte que les corresponde en rl mandato de Cristo. La misma dignidad sacC'rdotal lleva consigo la obligación ele trabajar v clr cooperar. Si en algún modo alcanza a los simples fieles, con mayor motivo a los sacerdotes, ministros ele Jesucristo y continuaclorc, ele su obra redentora. Son apremiantes las exhortacio– nes ele los Pontífices ,,G. 57. Religiosos.-Aunque la Yida religiosa nn s<· ordena directamente a la rvangelización, sin embargo, reviste condiciones rspcciaks para que los religiosos po– SC'r!n 1111;1 r·s;)iritualidacl misionPra m:ís intf'ns:1 qi:r· lc,s r:an., J ',~:P. Cfr. P. ::\10:...n:u,r:..1 'd' ,,, r p, I fíR,
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