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moros y judíos, San Raimnnclo ele Pei"íafort. que se es– forzó por la fundación ele colegios para la formación ele misioneros. Por su consejo escribió Santo Tomás la fa– mosa Sumrna contra Gentes. 177. Los Franciscanos siguieron las huellas del Serafín de Asís ! 1182-1226), quien llevado de su ar– diente celo por la sah·ación ele las almas vino a Es– paiía con intención de pasar a l\farruecos; obligado por una enfermedad, regn·só a Italia; poco después pasó con los cruzados a Oriente y llegó hasta predicar al sultún ele Egipto 1 1219;. Sus hijos San Bernardo y compaiicros ffcibicron el martirio en :Marruecos ( 1219); otros cuatro en Túnez I l 227 í. A los franciscanos se debe la custodia de los Santos Lugares, dnnde funda– ron muchns conn·ntos, sufriendo fn•cm•nt(•;; pcrsecucio– m·s por JXll'tc· d,· los turcos y úrabe,, n·ganclo en mu– chas ocasion('s con su sangre aquel suelo santificado con la prcciosísima del Redentor. 178. Infatigable misionero con la pabbra y con la pluma fue d mallorquín Raimundo Lulio ( 1236- l '.l 1 :í 1, Terciario francü:cano. qtw obsttl\'o del Concilio de Viena :. l '.111 1 el establecimiento de colegios misio– neros para el l'Stuclio de las lenguas orientales y la pre– paración <lP misiorn·ros. 179. Con el fin de conseguir mús frutos apostóli– cos, los dominicos y franciscanos formaron nnas socie– dades misionn:is mutuarrwntc indcpcndirntl's denomina– da, "Societates peregrinantium propter Christum", 113 Mls.-8
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