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principalmente por los Santos Frumencio y Edesio. En Armenia, por San Gregario Lusarovic, llamado el "Ilu– minado". En Georgia, el cristianismo fue anunciado ha– cia el 326 por una mujer cristiana llamada Nunia. Constantino envió allí obispos para continuar y perfec– cionar la obra. Persia recibió el cristianismo hacia el 250 y en el siglo IV ya estaba constituída la jerarquía con un metropolita en Seleucia. Arabia fue evangeli– zada por San Bartolomé, y más tarde por Panteno. San Simón Estilita ( t 459) fue uno de sus más céle– bres apóstoles. 167. Propagación del cristianismo.-No obstan– te los grandes obstáculos del judaísmo, del paganismo, de la filosofía, de la herejía y del Estado, el cristianis– mo, antes ele la invasión de los bárbaros,, se había ya propagado en todos los dominios del Imperio Roma– no y pasado sus fronteras, pc:netrando en todas las clases sociales, humildes y elevadas, cambiando las costumbres e informando las leyes. La triunfal difusión ele la religión católica en el orden intensivo, numérico y geográfico, se debe, sin duda, al ardiente celo de los Apóstoles y discípulos, a la santidad de los Pastores y fieles, a la heroica forta– leza de los mártires, a la elevación ele la doctrina y ele la moral, a la fuerza intrínseca ele la verdad, a la ciencia de los Santos Padres y Doctores, a la actividad incansable ele los misioneros y, principalmente, a la asistencia providencial de Jesucristo, que comunica la vida exp:msiva a su Iglesia, la cual es testimonio irrefra- 107
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