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____ DÍA II.-·-(WlES CCGNITIO"IIS)) co¡1tr:1 El se hacen. Para CJlll' veúis que el Hijo del Hombre es Dios y tiene poder para perdonar los pecados, Tibi dico: Surge et ambula (122l. Esta potestad propia del mismo Dios se la co– municó Jesucristo a los Apóstoles, cuando les di– jo: «Todo poder me ha sido dado en el cielo y en l:J, tierra; así como me envió mi Padre, así os envw a vosotros: recibid el Espíritu Santo; los pecados que perdonareis serán perdonados, y los que retuviereis, serán retenidos. Lo que atareis en la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatareis en la tierra. también será desatado en el cielo» (123). Esta misma potestad se concede a los sacer– dotes en la ordenación sacerdotal. No se conce– dió ni a los Patriarcas, ni a los Levitas, ni a los Profetas, ni a los Angeles, ni a la Madre de Dios... ; solamente se ha concc 0 dido a los sacer- dotes... El sacerdote dice al pec2.dor arrepentido: Yo te perclono en nombre de Dios; y ese juicio es ratificado en el cielo por el m'smo Dios; su al– ma es adornado, con los hermosos atavíos de la divina gracia, se hace hija de Dios, heredera del cielo, consorte de la divina naturaleza; se borra el decreto de condenación, se le abren las puer– tas del cielo. El sacerdote hace lr.s veces de Dios en la tierra... El sacerdote repar.1 las ruinas del pecado, devuelve al Creador su imagc·n renovada y, lo que es más, a manera dr Dios, convierte ::i. los hombres en dios2s en cuanto a la naturaleza humana es poslblc. El sacerdote es Pl deJJositario de los secretos m:is int:mos, de las alegrías más satisfactorias, de las lágrimas más ocultas... A su tribunal llaman el rico y el pobre, el 3ristócrata y el propietario, el r2y y el plebeyo, el niño y el anciano, la mujer y el hombre, loe; padres y los hijos, los justes y los pecadores... Todas las clases y profesiones acuden en deman– cla de perdón, de consejo y de consuelo. Es el hombre de todo el mundo. (122) (123, HALVETINTA}) II, U. XVI, 9. 7