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80 ((ALVERNIAll antiguos y modernos han reconocido en el sacer– dote, llámese como se quiera, un intermedio en– tre el cielo y la tierra, lo visible y lo invisible, como un ser elevado sobre el común del pueblo que se pone en comunicación directa con los dio– ses, a los cuales eleva mensajes, oraciones y sa– crificios; es el representante del culto, de la mo– ral, de los arcanos y de las ciencias sagradas. En efecto. Hagamos un pequeño recorrido his– tórico para comprobación del aserto. a) En algunas partes del Africa, como en el Alto Egipto y en el Congo, la dlgnidad sacerdotal se unía comúnmente con la real, a la que solían añadirse otros ministros más ordinarios, para funciones rellgiosas de menor ·importancia. b) Las supersticiones contenidas en el credo babilónico exigían un número considerable de sa– crificadores, de magos y de videntes. c) En el gran Consejo clel Areópago ele Ate– nas, los jueces en:n sacerdotes, y par:1 conseguir esta dignidad había tres medios: la herencia, la elección y la compra. Y el genio cumbre de la filosofü.i, helénica, Aristóteles, escribe en sus Po– líticos que la autoridad principal del Estado debe ser el sacerdote. el) En la antigua Roma eran muchas las or– ganizaciones de sacerdotes y s3,cerdotisas. Enu– merábanse entre las más importantes: los pon– tífices, los auoures, los encargados de los libros sibilinos y los c¡clministraclores de los banquet0s sagrados. Y no faltaron emperadores que ejercían la dignidad sacerdotal. e) Julio César afirma de los Galos y Germa– nos que teniDn suma reverencia a los druidas, sacerdotes encargados del culto y de los sacrificios. f) Nos basta abrir las páginas de las historias de la Inclia, de la China y del Ja]Jón para ob– servar multitud de brahmanes, de bonzos, de he– chiceros, de ascetas consagrados ::il culto del bra– manismo, budismo, taoísmo, sintoísmo y otras religiones paganas. g) Si del antiguo continente pasamos al nue– vo, no sólo en los tiempos primitivos, sino aun

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