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DÍA X.-((DIES ACTIONIS ET DEPflECATIONISJJ 791 ño, pasa sin darse cuenta. Mis clías pasaron ve– loces < 175). El tiempo es breve, y lo que pasa no vuelve más. Urge, pues, aprovr'clmr este breve tiempo presente cm el cual podemos merecer, por– que después ya no habrá más tiempo (176). ¿Por qué no negociamos con los talentos que Dios nos ha dado hasta que venga el Seü.or a pedirnos cuenta de cómo los hemos empleado'? ¡ Oh, cuánto trabajan y se esfuerzan los avaros para aumen– tar cada día su lucro material, y cuán poco se esfuerzan los hijos de Dios en adquirir las ri– quezas del reino de los cielos! Consideremos que el tiempo es breve, que la vida es como un so– plo, y negociemos día y noche para adquirir la preciosa margarita del reino de los cielos. cJ Renovación d? JJrO]Jósitos.-Para animarse a la perseverancia es !Jueno recordar los días de fervor especial, el tiempo del noviciado, profe– siones, ordenaciones, etc., en los cuales se siente más la acción de la gracia. Los generosos pro– pósitos, que en esas ocasiones o en tiempos de re– tiro se forman con entusiasmo y sinceridad, con– viene recordarlos con frecuencia, renovarlos con empeño ... Cierto que no todo lo que se propone se cumple; no es lo mismo resolver que ejecutar; sin embargo, es siempre bueno proponer. Si el que propone falta, el que no propone no hará nada. Como al reloj se le da cuerda de cuando en cuan– do para que continúe su marcha, así nosotros debemos estimularnos y mover todos los resortes de nuestro espíritu p~ra hacerle caminar hacia adelante. El profeta David y el Seráfico Padre San Francisco repetían: Nunc coepi. Ahora em– piezo. Repitamos también nosotros: Ahora empie– zo de nuevo, como si hasta el presente nada hu– biésemos hecho. No mirar a lo pasado, sino a lo presente. Atender a la santificación del momento presente, que es lo que está en nuestra posesión; porque lo pasado ya no vuelve, y lo ;futuro aún (l'i'.5) Dies mei relociores Juenmt c1irsores. Job., IX, 25. (176) Quia tempus non erit mnplius. Apoc., X, 6.