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782 «ALVERNIA)) término» (155); luego, añade S. Antonio, ese ha de ponderar mucho la perseverancia final, sin la cual las demás virtudes se tienen inútilmente, y con la cual se poseen con mucho provecho» (156). Por tanto, si tienes algunas o muchas virtudes. persevera en ellas, progresa continuamente, lu– che, virilmente las batallas del Señor, para que cuando llegare el día extremo, el fin de la vida, por estipendio y merced de tus trabajos se te dé lr. corona del honor y de la gloria (157). Nunca ceses de obrar el bien, nunca te canses de tra– bajar por el nombre de Jesús, y cuando hubieres hecho todo lo posible, entonces empieza de nue– vo, como si nada hubieres hecho (158). 2) Perseverancia en el estado religioso.-Tam– bién se entiende por perseverancia, hablando de personas consagradas a Dios, la permanencia en el Instituto religioso que han profesado. No abandonar la religión voluntariamente por apos - tasia, por dispensa de votos, por inconstancia, por falta de correspondencia a la vocación. Cada uno debe esforzarse por permanecer en el estado en que le ha colocado la Providencia. Permane– ced, dice el Apóstol, en la vocación a que habéis sido llamados (159). Cuando el religioso llamado por Dios a vida más perfecta, por seguir sus pa– siones abandona el claustro, comete una infideli– dad a las promesas hechas a Dios. No faltan religiosos que en los primeros años de su vida se portan bien, trabajan por caminar a la perfección, son observantes de sus leyes y fervorosos en los actos de piedad; pero poco a poco aflojan, se resfrían en el primitivo fervor, se relajan en la observancia, aborrecen la mor– tificación y la austeridad, se cansan del claustro (155) De verfeet. vitae ad Sororcs, c. VIII, n. 1, t. VIII, p. 125. (156) Sermo in Septuag., editio patavina, an. 1895, rnl. I. p. 19. (157) De perf. L'itae ad Sorores, e, VIII. n. 2, t. VIII, p. 125. ( 158) Ibicl., c. VI, n. 11, t. VIII, p. 123. (159) Unusquisque in qua vocatione vocatus ect, in ea permaneat. I Cor., VIII. 20.