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DÍA X.-«DIES ACTIONIS ET DEPRECATIONISl> 777 rrer en ciertas determinadas necesidades. Cada uno puede encomendarse a ellos según su:; in– tenciones y necesidades. Para invocarlos a todos, ángeles y santos, es una costumbre muy laudable recitar las Letanías cada día, o, por lo menos, formarse una letanía especial de los ángeles y santos de su devoción e invocarles con frecuencia, sobre todo en las oca– siones peligrosas, en las tentaciones y en las ne– cesidades personales o colectivas. III. OBSERVACIONES He aquí el orden que se debe observar en nues– tras devociones. Para utilizarlas con fruto es ne– cesario tener presentes algunas observaciones. Las operaciones y súplicas aprobadas por la Igle– sia se han de preferir siempre a las de iniciativa particular. Nunca se debe practicar una devo– ción que sea supersticiosa, ridícula, extravagante, ant1litúrgica. Nuestras devocione:; deben infor– marse del espíritu de la Iglesia, de su liturgia, de sus tradiciones, de sus leyes. En este punto es necesario pensar con la Iglesia, sentir con la Iglesia, orar con la Iglesia y seguir las devocio– nes aprobadas por la Iglesia. Además, ninguno debe cargarse con devocio– nes personales que impidan o retarden el fiel cumplimiento de sus deberes: antes la obliga– ción que la devoción. Tampoco es prudente mul– tiplicar las oraciones vocales que roben el tiem– po a la oración mental, que es de mayor utilidad. Hay personas poco formadas en la vida espiri– tual que hacen escrúpulo y se acusan en la con– fesión de no haber practicado tal o cual devoción que ellas se han impuesto voluntariamente, y no paran mientes en omitir los rezos de Comunidad, abreviar la meditación mandada por Regla o Constitución. Es preciso, en estas devociones, guardarse del sentimiento o inclinación particu– lar, para no ser victimas de la ilusión. Las al- «ALVERNIA» 60

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