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DÍA X.-«DIES ACTIONIS ET DEPRECATIONIS)) 773 dignó habitar en ellos; hijos del Padre celestial, a quien amaron con filiai solicitud; núembros de Jesucristo, incorporados a su Cuerpo místico; templos del Espíritu Santo, cuyas insviraciones y mociones siguieron. Venerando a los santos con el culto de ctulía que les pertenece, veneramos a Dios, que es el origen y la causa de toda la bondad que ellos tuvieron en la tierra y de la fe– licidad que ahora g0zan en el cielo. Debemos invocarlos. Sola la mediación de Jesu– cristo es suficiente y necesaria; pero esto no ex– cluye la mediación de los santos, que son mien– bros del Cuerpo místico de Cristo y participan de su poder y bonde,d. Sus ruegos, unidos a los de Jesús, hacC'n dulce violencia a Dios. Los san– tos son los amigos ínthnos del Corazón de Dios, los fieles servidores de su reino, los adminlstra– dodes de sus infinitas rl~1uezas. Ellos conocen nuestras necesidades, se compadecen de nues– tras miserias, desean nuestra salvación; se in– teresan para que nos santifiquemos y demos glo– ria a Dios en la tierra como ellos la dan en el ciclo. Invoquémoslos con grande fe y confianza, prlncipalmente cuando se celebren sus fiestas du– rante el aüo litúrgico. Debemos imitarlos. San Pabio nos dijo: Sed imitador(;s míos como yo lo soy ele Cristo .047). El Modelo principal y perfectísimo es Jesús; pero los santos son nuestros modelos secundarios. Para imitar a Jesús podemos encontrar la excusa de que Él era Dios perfectísimo e impecable; para imitar a la Virgen Santislma podemos decir que era Madre de Dios, concebida sin mancha ori– ginal. llena de todas las i:;racias, exenta de peca– dos personales; para imitar a los Apóstoles quizá pensemos que ellos fueron especialmente elegidos por Jesús, que Él mismo los ensefi.ó, los educó en su escuela y recibieron el Espíritu Santo que los transformó. Pero cuando se nos proponen como modelos santos que fueron de nuestra misma con- ( 1471 Imitat,Jrcs :nei stole, sicut el ego Christi. I Cor, XI, l.