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772 «ALVERNIAll tramos aislados en el mundo, acordémonos que tenemos a nuestro la.do un Angel custodio, amigo fiel y constante, que nunca nos abandona, nunca nos traiciona, nunca nos hace maL Confiémosle nuestras penas, nuestros dolores, nuestros se– cretos, nuestras oraciones para que los presente ante Dios, y, que por su intercesión, infunda en nuestras almas el bálsamo del consuelo, las ale– grías del espíritu, las auras refrescantes de la gracia. Seflor, que por vuestra inefable Provi– dencia habéis enviado los santos úngeles para nuestra custodia, concédenos que nos defiendan siempre con su protección y que gocemos para siempre de su compaflía. Angel mio santo, amigo único de mi vida, dame tu mano y condúceme por el camino de la vida hasta dejarme seguro y feliz en las mansiones del cielo. II. DEVOCION A LOS SANTOS Todos los Santos que con Cristo reinan en el cielo son dignos de nuestro culto, según las dis– posiciones y declaraciones de la Santa Iglesia católica. Dice Tomás de Kempis: «Si quieres agra– dar a Dios y a los santos, mira su vida, lee su doctrina para que con los santos te hagas santo, por los santos seas enseflado, ayudado, escuchado y coronado» (145). Añade S. Bernardo: «No es poco fructuosa la memoria festiva de los santos para desterrar de nosotros la languidez, la tibieza, rl error; con su intercesión se ayuda nuestra debilidad; con la consideración de su gloria se excita nuestra negligencia; con sus ejemplos aprende nuestra ignorancia» .046). Debemos, pues, venerarlos con las perfecciones naturales y so– brenaturales que Dios les concedió. Ellos fueron templos vivos de la Santísima Trinidad, que se (145i De disripl. claustr., c. XV. (146) Serm. 2 in jcst. Omn. sanct., n. llI. P. L., t. 183, col. 462.

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