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DÍA X.-((DIES ACT!ONIS ET DEPRECAT!ONIS)) 769 sepultabas los muertos y dejabas tu comida, los escondías en tu casa, y por la noche los sepulta– bas, yo ofrecí tu oración a Dios (132). San Juan vió al Angel con el incensario ante el trono de Dios, ofreciéndole el humo del incienso, que son las oraciones de los santos (133). 4) Conducen las almas de los muertos al cielo y las consuelan en el purgatorio, como claramente se manifiesta en el Oficio y Misa de difuntos. Los cristianos somos hijos de Dios, el cual nos da príncipes de su corte para que nos custodien; somos miembros del Cuerpo místico de Cristo, y quiere que los espíritus puros que le sirven estén siempre junto a nosotros para prestarnos mil oficios; somos templos del Espíritu Santo, y quie– re que tengamos ángeles llenos de devoción, que le adoren, como se hace en nuestras iglesias (134). Son innumerables las gracias, las inspiraciones, los beneficios de todo género que recibimos por medio de nuestros ángeles custodios. ¿Quién los puede saber y calcular? Basta leer las sagradas páginas y la hagiografía católica para ver la multitud de gracias y milagros obrados por me– diación de los Santos Angeles. El misterio de la Encarnación es anunciado por el Arcángel San Gabriel (135); s. José conoce por medio del Angel el mismo misterio (136); por avi– so del Angel huye a Eo.;ipto y vuelve a Naza– ret 037); Jesús, atormentado con terribles ago– nías en el huerto de Getsemac1í, es confortado por un Angel (138); S. Pedro es libn2do por el Angel, de la cárcel (139). La ha.<;iografía católica está llena de gracias y milagros realizados por los ángeles. Leed el Oficio de Santa Cecilia, vir– gen y mártir romana, QUe dice a su esposo, Vale- / 132) Tob., XII, 12. ( 133) Avoc., VIII. 3. (134) AD. TANQUEREY, y Mistica, parL I. n. n. 1135, Luc., I. l v (135) Matth., I. 18 y ( 137) lb., II. 13 y .sigs. (138) Luc., XXII. 43. (139) Act., XII, 7 y sigs. de Teolog. Ascética

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