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DÍA X.-«DIES ACTIONIS ET DEPRECATIONIS» 705 ::.uestras oraciones a Dios, nos conceden muchos favores y nos prestcu c-randes sc,rvicios Son. los c:iviados de D:os para el bien de los hombres, r:cib2~1. c::m gozo sus x.andatos y los ejecuto.n con d:lig2ncia. Los ángeles descienden a nosotros de cua,tro modcs: sacándonos de la culpa, corrobo– rál1donos en la lucha, dirigiéndonos en el camino y conduciéndonos a la patria. San Francisco ve– n,'raba co:i máximo afecto a los ángeles, porque cstún con nosotros en las batallas y nos acom– paüan en m2dio de las sombras de la muer– te < 118). D2bemos venerarlos como a min:stros y mensajeros del gran Rey. De rna inmensa multitud, la Escritura sólo nos da los nombr?s de trr?s A,1gr,les: S. Miguel, San Gabriel y S. Rafael. Los libros apócrifos, los tal– mudistas y cabalistas mencionan también otros varios. Como estos tres Angeles son dignos de nuestra especicI devoci6n, digamos algunas pa– labras sobre cada uno de ellos. San llfiguel.-San Miguel Arcán 6 el, príncipe de la mil:cia celeste, :oroc1ama la ~randeza d•e D'os con estas palabras: ¿Quién como Dios? Su poder es admirable, pues v<::nció a Lucifer y a sus se– cuaces y los arroió del cielo; cua;:1do el demonio quier2 inducir al pueblo de Israel a la idolatría, bajo el pretexto de honrar el cuer:::io de Moisés. lo impidió, escon.diendo este cuerpo en lugar d>::sco– n::icido; c1w:1d::i Far::ión perseguía al pueblo dB D'os, le abogó en 81 Mar Rojo con todo su ejér– cito: a él se dice que sea reserva da la misión de combatir al anticristo en los últimos tiempos del mu·::i::J•J. Su bondad no es menor que su potencia. Primer ministro de la Providencia. es protector de todos los fieles; a sus órdenes están los demás ángeles del cielo para nuestro servicio. Él presen– tarri. nuestras almas rmte el b·ono de Dios. seg,:,n ind:cc1. la. mica de difuntos. Contra el jefe de la soberbia sigamos nosotros a este prfacipe, para que del trono del Cordero se nos dé la corona de la gloria. ¡San Miguel, defiéndenos en la lucl1a pa- (118) THOM. DE CEMNO, II, c. CXLIX, P. 3l'i'.

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