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DÍA X.-«DIES ACTIONIS ET DEPTIECATIONIS)) 763 ción , 112); es causa meritoria y ejemplar de nuestra santificación; Maestro divino, que nos muestra con palabras y obras el reino de los cielos. Honra de manera especial su Santísimo Nombre, los misterios de su infancia, los de su vida oculta y los de la vida pública. La Pasión dolorosísima d€1 Redentor y presencia real en la Eucaristía han sido siempre objeto de especial devoción de las almas religiosas. En estos últimos tiempos ha manifestado los tesoros de bondad y de dulzura de su deifico Co– razón, cuyo culto se ha propagado hoy por todo el mundo, sobre todo después de las apariciones a Santa Margarita de Alacoque. Las quejas que manifestó a la Santa por la ingratitud e indife– rencia de los hombres, y las consoladoras pro– mesas para con sus devotos, nos deben estimu– lar a practicarlo, extenderlo y propagarlo en to– dos los corazones cristianos. Después de Jesús viene María Santísima, Ma– dre de Dios y Madre nuestra; la criatura más p2rl"ecta, más santa y más digna de todas. Ella fué concebida sin pecado original, es Madre de la divina Gracia, Medianera universal de todos, refugio de los pecadores, auxilio de los cristianos, consuelo de los afligidos, vida, dulzura y espe– ranza nuestra. Sin la devoción a Maria es im– posible la santidad; para ir a Jesús debemos ir por María; hónrala, pues, en todas sus festivi– dades, bajo todos los títulos, en todos sus mis– terios, principalmente en su divina Maternidad e Inmaculada Concepción. Después de estas devociones viene la devoción especial que debemos tener a los Angeles y a :os Santos. Son los cortesanos del cielo, que acompañan y sirven al Rey de reyes, Jesucristo, y a la Reina de cielos y tierra, María Santí– sima. Habiendo tratado ya de Jesús y de Ma– ria, hablaremos en esta conferencia brevemente de los Angeles y de los Santos, que son nuestros , 1 i:JJ El non cst in alio aliqu.o saliis. Act., IV. 12.

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