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762 «ALVERNIA)) Los y devociones dcbLsmos observar cierta jerarquía, según el orden de excelencia, santidad e impor– t::mcia. Dios es el objeto primordial de la verdadera de– voción; Él es el principio y el fin de todas las cosas; a Él deben dirigirse todas nuestras inten– ciones, aspiraciones, deseos, obras, actividades in– ternas y externas, privadas y públicas... Dios, co– nocido por la razón y por la revelación, tiene de– recho a todo nuestro amor y a todos nuestros servicios. La fe nos demuestra que este Dios, infinito y o;nnipotcnte, es Trino y Uno. A cada Persona de la Santísima Trinidad se le atribuyen operacio– nes particulares: a Dios Padre, la creación y conservación; a Dios Hijo, la Redención; a Dios Espíritu Santo, la santificación. Todos los bene– ficios que nosotros hemos recibido en el orden de la naturaleza o de la gracia proceden de estas tres divinas Personas. A ellas debemos alabanza, gloria y honor. Todo fiel cristiano debe repetir frecuentemente: Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto, como lo hace también la Iglesia en su liturgia. Nuestra primera devoción y culto debe dirigirse a la Beatísima Trinidad, que es el prin– cipio de nuestra santificación, la fuente de nues– tra vida interior. Somos hijos adoptivos de Dios Padre, miembi·os del Hijo Encarnado, templos del Espíritu Santo. Después de la Santísima Trinidad, endereza tu devoción al Verbo Encarnado, Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero, que fué constituido por el Pa– dre, sabiduría, justicia, santificación y redención nuestra (109). Es, además, nuestro abogado y propiciación por nuestros pecados ,010). Nadie puede ir al Padre sino por É'l ( 111). Fuera de Él no hay salva- (109) Qu!, factus cst 1101Jis sa¡iicntia a Deo, et jus– tiíia, et: , anctifÜ'l!tio, et rcdcmvtio. I Cor., I, 30. ¡ 110) Aclt'OCUtum ila!Jemus Cl1)llcl Patrc,n, .!CSlL/IL Chri– stum just'llm : et ipsc cst 11ro11itiatio pro ¡w,:oratis no– stris. l. Joann., l. (1111 Ncmo renit acl Palrcm 11isi JJCT me. Joann, XIV. éi.