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DÜ X.-«DIES AC'l'IONIS ET DEPHECATIONlS)) 757 rianas; son buenas todas las prácticas religiosas y obsequios c¡ue prestamos a la Virgen, ya sea en pnvado ya en publico, individual o colectiva– mente... Pero no basta; eso es poco para un de– voto amante de María. Un hijo cteoe tender a imitar a su Madre en sus buenas cualidades y virtudes; porque dice S. Buenaventura que el que la invoca con los labios y la combate con las obras, no es digno de ser escuchado ni salvado, sino más bien condenado .(100). Se ha de procu– rar imitarla, porque después de Jesucristo es el medio más acabado de todas las virtudes. En el cielo de la Iglesia apareció la Virgen para darnos ejemplo de bien vivir (101). Es ejemplar de santidad negativa, careciendo de todo pecado original, personal, grave y leve... Nosotros no podemos carecer del pecado original, ni tampoco evitar todos los veniales, dada nuestra fragrnaau. y malas inclinaciones; pero si podemos y debe– mos evitar ias culpas graves. Es la primera imitación que debemos procurar de nuestra Madre. Es necesario vivir con delicadeza de conciencia, trabajar continuamente por no des– agradarla en lo más mínimo; porque el que ofende a Dios no puede menos de ofender a la Virgen, en todo identificada con la divina volun– tad. La gloria de Dios es la gloria de María... Es nuestro modelo en la santidad positiva, resplan– deciendo en todas las virtudes. Es un modelo más asequible que Jesucristo; porque Maria es una pura criatura, es nuestra hermana en cuanto descendiente del mismo Padre común de todos los vivientes racionales y en cuanto redimida pre– ventivamente por Jesucristo; porque es nuestra Madre, que se santificó con una vida ordinaria en el cumplimiento de los deberes de hija y .de ma– dre, en las humildes ocupaciones del hogar, en la vida oculta de Nazaret, entre las tristezas y ale– grías de la vida, en la exaltación y en las humi– llaciones... San Bernardino dice que la Virgen (100) Senn. 5 de Natívit. B. V. 111., t. IX, p. 718. (101) s. BERNARDINO, Sermones pro Fest. B. v. M., Serm. 13, a. 1, c. 2, t. IV, p. 182.

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