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756 «ALVERNIA)l a María es imposible que perezcamos; el que la obsequia y la ruega con devoción, constancia, humildad... , será escrito en el libro de la vida. Luego se ha de recurrir siemnre a María como a un puerto de salud. Ella, arco iris de esperanza, áncora de salvación para los náufragos en la culpa, refugio ele pecadores para los delincuentes, puerta del Paraíso para todos... Esta confianza en nuestra Madre ele misericordia nos la reco– mienda S. Bernardo con tiernas palabras: «Si se levantan tempestades de tribulaciones, si estás sumido en el abismo de las tribulaciones. mira a la Estrella del mar, llama a María. Si está azo– tado por las oh!s ele la soberbia, ele la ambición, de la maledicencia, de la envidia, mira a la Es– trella, invoca a Maria. Si la ira, si la avaricia, si el deseo de los placeres de la carne conmueven la nave de tu alma, mira a María. Si, avergon– zado por lo terrible ele tus pecados, confundido por la negrura ele tu conciencia, horrorizado por el pensamiento del juicio, comienzas a hundirte en el abismo de la tristeza y la desesperación, piensa en María. En medio de los peligros, de las angustias, de la incertidumbre, no se caiga ni de tu corazón ni de tus labios el pensamiento de Maria, y para obtener máf' seguramente el auxi– lio de tus súplicas, no dejes de imitar sus ejem– plos. Siguiéndola, no te extravías; rogándola, no te desesperas; pensando en Ella, no te pierdes. Mientras Ella te lleva de su mano. no caerás; baio su gobierno no te rendirás de fatiga, y con su favor llegarás al puerto» (99). VI. «MARIA VIRGO IMITANDA» Hemos de tener una confianza filial en el po– der, bondad y misericordia de María; pero tam– bién de nuestra parte hemos de procurar hacer su voluntad, complacerla. Es necesario el culto externo e interno; son útiles las devociones ma- (f)9) Homíl. ele Lamlib11s Virq. Matris, 17.

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