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746 «ALVERNIAJ) cuidado de la Iglesia y de todos los fieles cris– tianos... Maria, pues, ama a todos con un amor intenso e inefable; dulce y benigna, abre sus brazos para recibirlos a todos. Es la Madre de la misericor– dia, Mater misericordiae. Dios parece que tomó para Sí la justicia y dió a su Madre la miseri– cordia; conservó para Sí la majestad y el cas– tigo y cede a su Madre la dulzura, la amabilidad, la compasión. María es Madre de misericordia, porque es Corredentora del mundo, el cual, ha– biéndose perdido por un hombre y una mujer, Adán y Eva, se salvará por otro Hombre y otra Mujer: Jesús y María. Si el título de Redentor hizo a Jesús misericordioso, el título de Corre– dentara hizo a María también misericordiosa. Por los pecadores sufre, por los pecadores está al pie de la Cruz, por los pecadores llora, por los pecadores ruega. Sabe que Dios es el Padre de Zas misericordias y el Dios de toda consolación (65); que no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva .(66); por esto, con sus súplicas, le mueve a misericordia, detiene la mano de su justicia. No se olvida que por los pecadores llevó a Jesús en su seno, que le vió nacer en un pobre pesebre, que le acompañó a Egipto, que pre– senció sus fatigas en Nazaret y Judea, que le vió vendido, azotado, cargado con la cruz, llaga– do, muerto y crucificado en infame patíbulo. ¿Qué no hará la Virgen misericordiosa al recordar to– dos esos sufrimientos de Jesús y propios; al es– cuchar aquella dulce recomendación que le hace su Hijo moribundo de recibir a los hombres por sus hijos? ¿No arderá su corazón en los más vivos deseos de salvarlos? ¿Qué no hará por ellos antes de que se precipiten en el fuego del infierno? ... Siendo Madre de misericordia, amando tierna- (65¡ Pater misericordiarum. et Deus totíus consola– tio;,is, qui consolatur nos ín 01nni tribulatione nostra. II Cor., I. 3. (66,1 vivo ego dicit Dominus: nolo mortem impii, sed ut convertatur impius a via sua, et vivat. Ezeoh., XXXIII, 11.