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1JIA X.-«DIES ACTIONIS ÉT DEPRECATIONIS)) 745 engendró con su sangro al darnos el ser que te– nemos como miembros del cuerpo místico de Cris– to. Ella nos engendra por voluntad expresa de su Hijo, a la luz de la gracia, en medio de las agonías y de los dolores del Caivario. Maria San– tísima, siendo Madre de Cristo, lo es también de todos los cristianos, que nos engendró en el mon– te Calvario entre los supremos tormentos del Re– dentor. Dice S. Lorenzo: A Christo in cruce Jacta fuit in Joanne mater cuiuscumque christiani .(64). Así lo han explicado los Santos Padres de la Iglesia, los escritores eclesiásticos y, en general, todo el pueblo cristiano, que no cesa de invocarla con este dulcísimo nombre de Madre. III. «VIRGO MARIA DILIGENDA» Los primeros objetos de nuestro amor sobre– natural deben ser la Santísima Trinidad y Jesu– cristo Dios y Hombre. Después, la Virgen María es la pura criatura que merece con preferencia todos nuestros amores sobrenaturales. Indicare– mos sólo algunas razones por las cuales debemos amar a nuestra Madre espiritual: l." Es nuestra amantisima Madre.-Grande es, sin duda, el amor que una madre natural tiene a sus hijos, pedazos de su corazón; ella es capaz de exponerse a graves peligros y hasta dar la vida por socorrerlos y salvarlos de los infortunios. Mas el amor de María es incomparablemente más grande, porque su corazón materno es más in– clinado a compasión, más misericordioso que el de todas las madres juntas; porque nuestro na– cimiento espiritual, nuestra filiación al pie de la cruz, le fué más dolorosa que los alumbramientos de todas las madres naturales; porque, amando inmensamente a Dios, ama también lo que Dios ama con ternura, que son nuestras almas redimi– das con sus dolores y con su sangre; porque re– cibió el mandato de Jesús moribundo de tener (64) Mariale, Opera omnia, t. I, pág. 175. «ALVERNIA» 48

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