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744 «ALVERNlA» --------------------- II. MARIA, MADRE DE LOS HOMBRES La Virgen, en virtud de su divina Maternidad_, tiene también la maternidad espiritual sobre to– dos los hombres. Es nuestra dulcísima Madre y Madre de misericordia. En el momento de la En– carnación del Verbo empezó su Maternidad na– tural respecto de Jesús, y su maternidad espiri– tual respecto de nosotros. La razón es muy sen– cilla: Jesús es el Rey de la humanidad regene– rada, es la Cabeza de su cuerpo místico, la Igle– sia, cuyos miembros somos todos los cristianos. Engendrando la cabeza, debe engendrar también los miembros; siendo Madre de Jesús, debe serlo de todos los que están incorporados a Jesús; lle– vando en su seno el Arbol, también virtualmente contiene todos sus frutos; dando al Verbo la vi– da según la carne, da también a los miembros místicos la vida según el espíritu. San Agustín di– ce que es Madre y Virgen... , Madre de los miem– bros, que somos nosotros .(60). San Pedro Crisó– logo: «Como por Eva nos vino a todos la muer– te, así por Maria nos vino a todos la vida» (61); San Lorenzo de Brindis: «Como Eva fué madre de todos los hombres, así María es Madre de to– dos los cristianos, que son miembros de Cristo, por lo que la Iglesia se llama cuerpo de Cris– to» (62). Esta maternidad espiritual se confirmó en la Cruz, en el momento que se iba a consumar nues– tra Redención. El Salvador, moribundo, nos deja la mejor cláusula de su Testamento. Dice a su Madre dolorosa al pie de la cruz, mostrándole a S. Juan, y en éste a todos los discípulos pre– sentes y futuros: He ahí a tu hijo; y a S. Juan: He ahí a tu 1',Iadre (63). Según la tradición cris– tiana, en estas palabras se declara a todos los regenerados hijos espirituales de María. Ella nos (ü0J De Sant. Virgin. 6, M. P. L., t. 40. col. 576. (61) senn. 99, M. P. G., t. 52. col. 479. (62) Mariale. Opera omnia, t. I, pág. 175. (63) Eece filius tuus... Joann., XIX, 26-27.

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