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74 (<ALVJ,;RNIAl) retiro y Ejercicios. cuando se reciben grandes con– solaciones del Señor, cuando parece que todo va viento en popa. Pero luego se afloja, se resfría el fervor, se amortiguan o se extinguen por comple– to los deseos. Son como nubes de verano que pasan, que hacen mucho ruido, pero no fecundan la tierra. No es clificil empezar con fervor, vivir por algún tiempo con verdaderos deseos de per– fección, portarse como buenos religiosos durante algunos afíos; pero es más difícil perseverar, arraigarse en la virtud. crecer continuamente sin desfallecer... Solía decir el Beato Egidio, compa– fíero del seráfico Padre: «Yo no tengo por una gran cosa que el hombre sepa entrar en la casa del rey ni que consiga algunas gracias y benefi– cios; pero sí tengo por una gran cosa que sepa el hombre estar, ronversar, habitar y perseverar en la corte del rey como conviene. La corte del gran Rey celestial es la religión, en la cual 1w es muy difícil saber entrar y n:ciblr algunas grJ.-– cias; mas lo difícil e importante está en que ·=1 religioso sepa vivir, conversar y perseverar como debe hasta la muerte... » (913). 21. Llegado a cierto punto, parece que aflo– jan en el fervor, entra la tibieza y la flojedad es– piritual. Teóricamente, quieren, pero prácticamen– te rehuyen el esfuerzo. Quiere y no quiere el hol– gazán, dice el Sabio en los Proverbios (97). Lle– van una vida lánguida y sin frutos. Son como ár– boles que viven dentro del jardín de la religión, con mucho follaje externo, pero les falta la rea– lidad; no llegan a dar frutos de perfección. Re– cordemos la parábola de la higuera: «Un hombre, decía el divino Maestro, había plantado en su viña una higuera. A su tiempo venía a buscar frutos y no los encontraba. Cansado ya de espe– rar, dijo un día al vifiador: Tres años hace que vengo a recoger .fruto de este árbol y no lo en– cuentro. Córtalo, pues. ¿Para qué ha de ocupar (96) Marcos de Lisboa: Crónicas..., part. I, vol. II, lib. VII, cap. 41. Lisboa, 1615. (97) V11U et non v11lt piger. Prov., XIII, 4.

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