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742 ((ALVERNIAl) no es madre de un profeta, de un rey, de un cau– dillo ... Es Madre del mismo Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos, cuya inmensidad no tiene límites, cuyo poder es inflnito. El infmito, el in– menso, el omnipotente, se esconde, se oculta, se humilla bajo los velos de la humanidad. Dicé San Pedro Crisólogo: «Verdaderamente sea bendita la Virgen que fué mayor que el cielo, más fuerte que la tierra, más inmensa que el orbe; porque contiene a Dios, cuya grandeza el mundo no pue– de contener. Llevó en su seno a Aquél que lleva el orbe en sus manos, engendró a su mismo Prin– cipio y Origen, alimentó al que alimenta todos los vivientes del mundo» (56). Dice S. Buenaven– tura que no se puede pensar una nobleza supe · ::ior a la de la divina Maternidad .(57). San Lo– renzo de Brindis, O. M. Cap., dice que hay tres obras las cuales Dios no puede hacer mayores: la, Humanidad de Jesucristo, la gloria del Paraí– so y la Maternidad de la Virgen. La Humanidad de Jesucristo no puede ser más digna, porque es una Persona con el Verbo increado y encarnado; la gloria del Paraíso no puede ser mayor, porque es la visión, la posesión y fruición eternas del sumo e infinito Bien; la Maternidad de la Vir– gen no puede ser más excelente y revestir ma– yor dignidad, porque es imposible procrear un Hijo más noble y digno que Jesucristo» .(58). Dios es grande y omnipotente, pero no podría hacer una madre más grande y más excelsa que la pro– pia Madre. La divina Maternidad es el fundamento, el ori– gen, principio y razón suficiente de todas las de– más prerrogativas de la· Virgen. Todos los de– más privilegios son para prepararla, acompañar– la o adornarla. Todo cuanto la fe y la piedad del pueblo cristiano atribuye a la Virgen Santísima, radica en esta dignidad. Como todos los privi– legios y gracias de Jesús le competen en virtud t5G¡ Serm. 143, M. 1'. G., t. 52, col. 584. (57) 111 Sent., d. IX, art. I, q, 3. in corp., t. III, u. 206. (68) 1',Iariale, Opera omnia., t. I, pág. 236 .