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DÍA II.-((DIES COGNITWNIS)) ------ -------- cual debemos vender todas las demás cosas (92). ¿Qué diríamos de un negociante en perlas que no hace caso de las verdaderamente legítimas, preciases y d-2 gran valor, y se entretiene en comprar las falsas y aparentes? Que es un de– mente. Y ¿qué diremos del religioso que deja esta margarita preciosa, única real y verdadera, y se va en busca d0 otras apar0ntes que nada le sir– ven para comprar el reino d0 los cielos? 19. El prim0r principio para adquirir la sabi– duría es desearla vivamente. Como el ciervo se– diento desea la fuente ele aguas cristalinas, así nuestra cama debe desear la santidad (93). Bien– aventuraclos, llama Jesucristo, a los que tienen hambre lJ sed ele justicia (94). La vida del cris– tiano debe ser un cor:tinuo deseo de perfección. ¿Con cuánta mayor nizón la vida del re~igioso, que se ha consagrado totalmente a Dios. debe te– ner un deseo continuo grande y vivo de perfec– ción? Santa Teresa recomienda mucho tener estos grandes deseos ele santidad. «Conviene mucho, di– ce, no apocar los deseos, sino creer de Dios, que si nos esforzamos, poco a poco, aunque no sea luego, podremos llegar a lo que muchos santos con su favor; que si ellos nunca se determinaran a de– searlo y poco a poco poner:o por obra, no subie– ran a tan alto estado. Quiere su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con hu– mildad y ninguna confianza de sí; y no he visto a ninguna de éstas que quede baja en este cami– no; ni ninguna alma cobarde, con amparo de humildad, que en muchos afias ande lo que esto– tros en muy pocos. Espántame lo mucho que hace en este camino animarse a grandes cosas» _(95). 20. Suele suceder en la vida espiritual tener en ciertas ocasiones grandes deseos. Durante los primeros años de vida religiosa, en los días de , 921 Matth., XIII, 45 y sigs. (93) Quemadmodum desiclerat cen·us ad /antes ar¡1w– rum.; ita desiderat anima mea ad te Deus. Ps. XLI, 2. (04¡ Beati, qui esuriunt, et sitúmt iustitiam. llfatt., V, 6. (95) Vid-a, cap. XIII. Ed. P. Silvcrio de Santa Teresa. Burgos, 1922. «ALVERNIAl) 6
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