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70G ((ALVERNIA)) consiste todo nuestro bien» .(147). Y en otra par– te dice: «En lo que está la suma perfección, cla– ro está que no es en regalos interiores ni grandes arrobamientos ni visiones, ni en espíritu de pro– fecía, sino en estar nuestra voluntad tan con– forme con la de Dios, que ninguna cosa enten– damos que quiere que no la queramos con toda nuestra. voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere su Majestad» (148). Por la conformidad con la. voluntad divina llegaron los santos al ápice de la perfección religiosa. Todos los santos y bienaventurados que con Cristo reinan en el cielo, indudablemente llegaron a la gloria por la renuncia de la propia voluntad y cumplimiento de la divina, en mayor o menor grado de per– fección. Jesús, después de cumplir la Voluntad de su Eterno Padre, subió a los cielos, y los san– tos, cumpliendo en este mundo la misión que Dios les confió, se santificaron a si mismos y fueron glorificados por Dios. Debiendo cada uno de nos– otros cumplir con nuestra misión, vamos a tra– tar del medio de realizarla eficazmente, que se– rá el mismo de que se sirvió Jesús, o sea confor– mar nuestra voluntad con la de Dios. Para ma– yor claridad, trataremos de los puntos siguien– tes: I. Naturale.?a y necesidad de conformar nuestra voluntad con la de Dios. II. Ve11tafas de estq, conforrniclacl espiritual ele roluntades. III. Grados ele perfección en la conforrniclad. (1471 !.Jcrwlc"!. II. CD!). I. n. 8, J). 550 (148) Fundaciones, cap. V, n. 10, p. 822.

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