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DÍA iX.-«DIES UNIONIS J\!YSTICAE)l 703 caríamos (139); S. Buenaventura escribe que «el hombre se podrá librar ileso de las redes de la tentación diabólica viendo continuamente con los ojos de la mente a Dios» (140). El mal nos viene por no reflexionar que Dios está presente y creerle como lejos de nosotros. Por medio de la presencia de Dios se evitan las faltas, los peligros y las ocasiones; se advier - ten las insidias y las tentaciones de nuestros ene– migos; se dominan las pasiones y los sentimien– tos; se purifica la intención y se custodia el co– razón. Líbrame, ¡oh Señor!, JI vonme a tu lado, JI velee contra mí la mano de quien quiera (14D. 2. Excita al bien.-Dice S. Buenaventura que la memoria de Dios produce en nosotros afección a la virtud y a la gracia (142!. Para la asidua oración se requiere la continua memoria de Dios 043). El soldado que comb::ite en la presencia del general, se esfuerza por multiplicar sus ener– gías y su heroísmo. Nosotros, que somos soldados de Cristo y combatimos las batallas santas del Señor, ¿cómo no hemos de esforzarnos con el pen– samiento que Dios nos ve siempre y está esperan– do para colocar sobre nuestra frente la corona de la victoria? Por la presencia de Dios se combate con más ardor, se practican mejor las virtudes, se forma en el alma la vida interior, crece el espíritu de oración, nos acerca a Dios y nos une a Él; por– que cuanto el alma más busca a Dios, tanto más el Amado buscará al alma y la unirá a Sí. Bus– cad al Seriar JI vivirá i:uestra alma <144). 3. Causa confianza.-¡Qué confianza no cau– sa el pensamiento que en las tentaciones, en las adversidrdes, en los dolores y tribulaciones, en (139) Op. 56, cap. III. (140) Epist. de 25 Mcmorialibus, mem. 23, t.. VIII, p. 496. ( 141 \ Job .. xvn. 3. (142) Cn1111n. Tur., r, I. n, 118. t" VII TJ, :1ü. ¡ 14::l, F1Jr;•;t 25 Mmorialibus, mcn. 22. t. VIII, p. d(Jfl_ r 144) Q uacritc Dominum, et vivet anima vestra. Ps. LXVIII, 33.

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