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702 ((ALVERNIA)) para volver luego a la presencia de Dios y ser– virse de medios también exteriores, como los de los cuadros, estampas, imágenes, del toque de la campana, del reloj, etc., para excitar en su mente y en su corazón la presencia de Dios y acostumbrarse a ponerse en íntimo y activo con– tacto con el Amado. 8. Silencio y mortificación - La observancia del silencio regular y evangélico es necesaria para caminar en la presencia de Dios. Es ne– cesario hablar mucho con Dios y poco con los hombres. El coloquio con Dios une y santifica; la conversación con los hombres distrae y, ge– neralmente, no aprovecha. Y esto también en los ministerios, cuando hay que hablar por ra– zón de justicia o de caridad. Un verdadero após– tol debe asemejarse a los áng-eles, los cuales, au:1- que atiendan a la salud de las almas, no pierden de vista al Padre celestial que está en los cielos. Es evidente que para conservar la presencia de Dios es necesaria la mortificación de los sentidos exteriores e interiores, moderar las pasiones, so– meter los apetitos desordenados a la razón y a la fe, dirigir y gobernar nuestras potencias, se– gún los sanos principios de la Ascética cristia– na. En otro lugar hablamos de la mortificación, y por esto basta aplicar la doctrina allí expues– ta para conservar la presencia de Dios y la quie– tud del alma. 111. VENTAJAS DE LA PRESENCIA DE DIOS 1. Fuga del pecado.-Considerando que siem– pre estamos en la presencia de Dios, nuestro Padre celestial, con mayor diligencia se evita– rán los pecados y las imperfecciones. San Jeró– nimrJ dice que el recuerdo de Dios excluye los pecados (138); Santo Tomás añade que si tuvié– ramos a Dios ]Jresente, nunca o casi nunca pe- (138) In Ezech., 4.
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