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700 «ALVEl1NIA)) oración, no debe ser una cosa árida, sino llena de amor, que tienda a la unión con el objeto amado. 5. Aspiraciones y jaculatorias.- La orienta– ción del corazón hacia Dios se manifiesta natu– ralmente en ardientes aspiraciones o actos de al:1- b::mz:1, de reparación, de peticiones, etc.; de este medo tenemos la oración llamada aspirativa o de jaculatorias, de uso antiquísimo en la historia de la ascética cristiana. San Jerónimo (130) y Ca– s~ano (131J nos refieren la costumbre de los soli– tarios del desierto; S. Agustín habla de la venta– j 2. de estas oruciones breves (132>; S. Benito las recuerda en su Regla ( 133). En la Edad Media, a estas elevaciones se les llamaba las oraciones ignitae, flammigerae, ímpe– tus, motus anagogici. El Cardenal Bona _(134), Ba– l{er < 135) y otros místicos, reconocen que es u:1 medio para vivir en la presencia de Dios y llegar 2. lr. unió:i.. San Francisco de Sales las recomien– ds. como un e_iETcicio del cual depende la devo– ción: «Aspira, por tanto, ¡oh Filotea!, frecuen– tGmente, con brevGs, mas fervorosos ímpetus del corazón a Dios; admira su belleza, invoca su r:yuda, arrójate en espirtu a los pies de la Cruz, adcr::>. la bondad de Jesús, pide que te salve, ofr6- rel:; mucl1a,. veces tu alma, fija los ojos de la mente en su dulzura, extiende a El la mano, co– mo hace un hijo con su padre, para que te con– duzca... Este es un modo práctico de hacer jaculatorias. Y no debes creer que este ejercicio ,c:7. difícil, porque puede muy bien unirse a todos 1'.U t~ros qu::haceres, en todas nuestras ocupacio– nu, s:n menoscabo; basta observar que en estos impstuc: o desahogos interiores no se hace otra cosa que dirigir un momento la mente a otra (130) Epist. CVIII, acl Eustochium. (131) Collat., IX, 2. i 132) Epí t. CXXX a Prob. \ 133) Regula 20. (134) Via compendii ad Deum per motus ana¡;¡o¡;¡icos et preces jac1viatoriae, 1656. ( 135) AUt:UST BAKEH, o. s. ::::. (1641 Í, en Santa Sophia.
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