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6 ,,o, º" ((ALVERNIJ\)) se con Él sin cosa intermediaria; ya no es sino un solo espíritu con Él; el oro y el cobre se fun– den en un solo metal. Los así arrebatados y abis– mados en Dios llegan a diversas alturas; porque tanto más dentro de las divinas profundidades penetra cada cual, cuanto más sinceramente se vuelve a Dios, y mayor es el ansia y el amor, y más enteramente renuncia a todo provecho per– sonal (106). IV. COMPORTAMIENTO DEL ALMA RESPECTO A LA CONTEMPLACION INFUSA Acerca de la contemplación y de la unión mís– tica, se presentan muchas e importantes cuestio– nes, de las cuales no podemos trntar en una con– ferencia, y se han de consultar los autores de Mística. Sin embargo, queremos hacer sólo men– ción de algunos puntos que consideramos útiles: 1. 0 ¿Se puede desear la contemplación infusa? Hay una especie de contemplación que algunos místicos llaman distinta o particular, la cual Dios suele conceder a algunas personas. Consiste en recibir comunicaciones y gracias extraordinarias como don de profecía, de hacer milagros, de te– ner visiones intclectuaks, imaginativas, exterio– res, apariciones, etc. Estas gracias extraordina– rias, que se llaman gratiae gratis rlatae, general– mente no tienen por objeto santificar a las mis– mas personas, sino otros fines esp0ciales que Dios se propone para su Iglesia o para el prójimo. Gene– ralmente suponen la santidad, pero absolutamentr; no la requieren. Este género de contémplación o de comunicaciones extraordinarias no se debe de– sear ni pedir. El alma contemplativa debe evitar toda soberbia y pretensión, y no exponerse a las ilusiones y a los engaños del enemigo. Hay otra especie de contemplación infusa, que tiende di- (lOfll L '>F: cc1p. XII, s. rr. pp. 89-90,
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