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DÍA II.-«nms COGNITIONIS)) !l7 -------- 9. 1. 0 Obligación fundada en los votos. Los tres consejos evangélicos: obediencia, castidad y pobreza, remueven los obstáculos que el hombre tiene para conseguir la perfección de la vida cris– tiana. A la concupiscencia de las riquezas, tan connatural a los seglares, opone el voto de po– breza, renunciando a todo bien externo para ocu– parse más libremente de los bienes del espíritu. A la concupiscencia de la carne, opone el voto de castidad, a fin de entregar su amor íntegro y completo al divino Esposo de las almas, Jesús. El que no está casado, dice S. Pablo, anda so– lic'to de las cosas que son clel Señor. y en lo que ha de hacer para agraciarle; pero el que está ca– sado, anda afanoso en las cosas del mundo y cómo podrá agradar a su mujer; su amor está dividido (81). A la soberbia de la vida opone el voto de obediencia, por el que se somete a la vo– luntad de Dios manifestada en los Superiores y en las leyes. La práctica de estos tres votos lleva consigo el ejercicio de otras muchas virtudes, por– que no se puede cumplir sin humildad, mortifi– cación, sacrificio, abnegacion, modestia, pacien– cia, etc. 10. Estos votos nos muestran el camino estre– cho, pero seguro; escabroso, pero directo y bre– ve. Hacen del religioso una victima preciosa, inmolada a Dios en holocausto perfecto. Holo– causto en el que se da muerte y se consumen los bienes temporales por la pobreza; los bienes cor– porales, por la castidad; los bienes espirituales, por la obediencia. En fin. toda clase de biene:; que el hombre puede ofrecer a Dios. Echase de ver c¡ue el hombre, de esta manera ligado, con– sagrado, inmolado, no puede menos de caminar a la perfección religiosa. Los votos no son la esen– cia de la perfección, pero son medios necesarios p:,ra conseguirla; y el que está obligado a po- rBl) Qui sine u.rore est, solicitu:; rst c¡uae Domini sunt. quomodo placeat Deo. Qui mltcm cum u.xore est, solici– tus est qilae sunt mundi. quomodo plaoeat u.xori, et di– visus est. I Cor., VII, 32-33.
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