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672 ((ALVERNIA)) que no se ama, y no se ama lo que no se conoce, y no se conoce lo que no se medita o investiga. Para apreciar el valor de la vocación religiosa es necesario meditar frecuentemente en sus ex– celencias, sus ventajas, sus beneficios, sus obli– gaciones, sus premios... Los religiosos no pier– den, generalmente, su vocación de repente; se van resfriando en el fervor, se dejan dominar de la tibieza, y de ésta caen en pecados graves, y luego abandonan el santo hábito. Una de las causas principales es la falta de oración. Se em– pieza por hacerla mal, abreviarla, dejarla cuan– do se puede, y, a medida que se abandona la oración, se pierde el espíritu religioso. Como dice el P. Cayetano de Bergamo: «Aquel es buen reli– gioso, que hace buena oración; aquel es mejor re– ligioso, que hace mejor oración, y aquel es óp– timo religioso, del cual se puede decir que tiene óptima oración. Por el contrario, se puede decir que no tiene nada de religioso quien no sabe nada de oración; que tiene poco de religioso el que hace poca oración; que es pésimo religioso el que huye o no se cuida de hacerla» (70). Esa es una máxima deducida de la experiencia, y cada uno lo puede ver en sí mismo. f) Para la observancia regular.-Para que las Ordenes e Institutos conserven el rigor debido a su estado respectivo; para que observen los vo– tos, las reglas y las constituciones de sus respec– tivas Congregaciones, es necesaria la oración in– dividual y colectiva. Una casa religiosa sin ora– ción no tardará en relajarse; una casa religiosa con oración será un jardin ameno donde se re– cree el divino Esposo de las almas; será un tem– plo vivo donde se adore y se ame a Dios; será una antesala del cielo, donde reinará el orden, la paz y la felicidad claustral. El Derecho Canó– nico ordena que «los religiosos no impedidos, to– dos los día" dediquen algún tiempo a la ora– ción» (7D. (70) I/. cappuceino Ritirato. Massima: E"sere uomo cli nrazfrme, p. 159. Monza. 1845 (71) Can. 595, párr. I, 2. 0 •