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DÍA IX.-<mms UNIONIS !11YSTICAE» 671 alma inmortal, en la Vida y Pasión de Jesucris– to, en la doctrina de la Escritura, necesaria– mente se moverá a evitar los pecados. El que me– dita en sus deberes, en las leyes de su estado respectivo, en los males que trae el pecado, aun– que sea venial, en las bellezas y premios de las virtudes, se esforzará por evitar todos los defec– tos, adornarse con las virtudes y caminar con fervor por las vías de la perfección... dl Para ejercitar Zas virtudes.-Podemos com– parar el alma a un jardín. Cuando éste se cul– tiva y se riega produce plantas, flores y frutos; cuando se nbandona y no se riega se secan las plantas, se marchitan las flores, no se recogen los frutos. La fuente que debe regar el jardín de nuestra alma es la oración. La oración-medita– ción hará descender las lluvias del cielo y fecun– dar:l. nuestra vida. En la oración se iluminará nuestra fe con la consideración de las verdades sobrenaturales; se mantendrá nuestra esperan– za con el recuerdo de los premios futuros; se esti– mulará nuestra caridad con la contemplación de la bondad y hermosura de Dios y la memoria de sus grande:;: beneficios. La oración nos hará prudentes ante la consideración de los peligros; justos, dando a cada uno lo que le pertenece: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César; fuertes en las luchas espirituales y en las adversidades de la vida; templados en los apetitos y pasiones; obedientes a las leyes; po– bres de espíritu, desprendiendo nuestros cora– zones de los bienes caducos de este mundo; castos, renunciando a los placeres de los sen– tidos; pacientes en las adversidades de la vida; sufridos en las enfermedades; en una pa– labra, con la oración continuada nos iremos ejer– citando en todas las virtudes morales y teologa– les. «La meditación-dice Santa Teresa-es prin– cipio para alcanzar todas las virtudes» (69). e) Para conservar la vocación y ser buenos re– ligiosos. --~No sr conserva por mucho tiempo lo (6fJ¡ Camin. de pcrfec,, cap. XVI, n. 3, p. 413.