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662 «ALVEB.NIA» todas mis actividades interiores y exteriores. Con vuestra. gracia, haced que me aparte del mal y que obre el bien; que no ponga obstáculos a vues– tros designios y que corresponda a vuestras ins– piraciones. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo (37). 2.• Atenta.-Para que la oración sea eficaz, se requiere la atención, o sea la aplicación de la mente a aquello que se hace. La oración es un coloquio con Dios, es una elevación de la mente y del corazón a las cosas celestiales; luego toda la atención de nuestras facultades debe concre– tarse al objeto de la oración y a la persona con quien tratamos. A la atención se oponen las distracciones. Si éstas son involuntarias y procuramos rechazar– las con prontitud y energía, no perjudican la oración; pero si deliberadamente se distraen las potencias o se rechazan con flojedad las distrac– ciones, se comete una falta de respeto al Seflor, al cual ciertamente no se le puede hacer muy propicio para que nos escuche. Esas distraccio– nes, más o menos voluntarias en sí mismas o en causa, serán pecados veniales o imperfecciones. Si el Sumo Pontíüce o el Jefe de un Estado_ nos concede una audiencia particular para tratar algún negocio de importancia, juzgamos una fal– ta de cortesía y de respeto el distraernos con otras cosas o personas. Pues bien: la oración es como una audiencia que la bondad de Dios nos concede para que tratemos con Él los negocios impo_-tantes de nuestra salvación y santificación; rogamos al Padre celestial que nos oiga y nos socorra en tal o cual necesidad. ¿No será, pues, una falta que nosotros nos distraigamos volun– tariamente en otros objetos ajenos a la oración? La atención se requiere en la oración mental y vocal, en la lJÜblica y en la privada. En las ora– ciones vocales, la atención puede ser verbal, pro– curando sólo pronunciar las palabras; literal, atendiendo a su significado; espiritual o mística, (37) Fiat voluntM tua sicut in coelo et in terra. Matth., VI, 10.