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DÍA IX.-{(D!E;S UNION!S MYSTICAE» 661 dan promover el bien moral. Dios no puede con– ceder una cosa que moralmente sea mala, y pe– dírsela es ofenderle. Se deben pedir las gracias sobrenaturales, y luego, en la medida y modo que sirvan para nuestra santificación, las gracias temporales. Así nos lo enseñó Jesucristo: Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura (36). Los bienes necesarios para la vida: la salud, las riquezas, el éxito en los negocios, los empleos, etc., se han de pedir condicionalmente, si son para mayor glo– rio. de Dios y bien espiritual nuestro. Muchas ve– ces creemos que nos convienen, y el Señor, con su ciencia infinita, ve que nos perjudicarían; por esto es necesario someter nuestras peticiones a su santísima volUntad. No se han de pedir las gracias según nuestros gustos, caprichos, quime– ras y falsas suposiciones. Tratándose de gracias especiales, aun espirituales, como consuelos en la oración, lágrimas, elevados grados de oración, et– cétera, es necesario pedirlo todo en conformidad con la divina voluntad. A nosotros nos toca sólo pedir bajo condición, y Dios verá si nos con– viene o no. Puede suceder que Dios no nos con– ceda los bienes que pedimos y nos conceda, sin embargo, otros mayores, como cuando un mendi– go pide a un rico un pedazo de pan y le da ge– nerosamente una opulenta comida. Debemos de– cir: «Seüor, Vos conocéis los acontecimientos pa– sados, presentes y futuros, Vos escudriüáis los co– razones, tenéis presentes las ocasiones, los peli– gros, las inclinaciones, las circunstancias: dadme lo que me conviene y cuando me conviene. Escu– chad mis plegarias, si son rectas; y si no lo son, rectificadlas según vuestros paternales y amoro– sos designios. Con vuestra ciencia y omnipotencia, guiadme, gobernadme, asistidme, en el alma y en el cuerpo, en los empleos y ocupaciones, en las empresas y negocios, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, en (36) Quaerite ergo pri1num regnuin Dei, et iustitíam eius: et haec omnia adiicientur vobis. Matth., VI, 33,