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658' <<ALVERNIA» II. EFICACIA DE LA ORACION La oración, revestida de ciertas condiciones, de las cuales luego trataremos, tiene una eficacia infalible. Dios, bien inmediatamente por Sí mis– mo. bien por las causas segundas, puede dispo– ner todas las cosas para que produzcan el efecto pedido. En virtud de su previsión infinita y eter– na, sin cambiar sus decretos, dispone todas las causas según sus natu:rc1,:ezas para que se ori– ginen los efectos deseados. La doctrina de la efi– cacia de la oración supone la doctrina acerca de la ciencia y providencia de Dios. Podemos dis– tinguir cuatro clases de providenc:a respecto a la oración: a) Providencia natural orclinaria, por la cual Dios dispone las causas naturales para que produzcan los efectos que pedimos en la oración, concurriendc, con ellas y removiendo los impedi– mentos que, por los espíritus malos o por las cau– sas libres, pudieran oponerse a su realización. b) Providencia natural especial, por la que Dios por la oración precisa dispone con modo especial las causas segundas para producir el efecto. c) Proviclencia sobrenatural en cuanto al modo, cuando Dios fuera del concurso ordinario de la naturaleza produce inmediatamente el efecto por las ornciones que D. Él se han elevado. Se reali– za esto en los milagros, los cuales pueden ser de diversas clases. d) Providencia sobrenatural en cuanto a la sustancia se da cuando Dios concede los do:!les sobrenaturales que Él sólo puede otor– gar en virtud de las plegarias que se hacen. Al– gunos dividen los efectos de la oración en mi– racula et exauditiones. Las cosas que Dios hace por la oración con la providencia sobrenatural en cuanto al modo pertenecen a los milagros; los demás, a la audición o escucha (26). (26J V. CHnl'-iT. P,:scrr. S J .. Praelectidnes Doomat-f– cac. De rirtutihus mor,~~:i"ous, de peccnto, de novissiniis. T. IX, tmct, J, scc. 5, ar:. 2, p. 162, n. 33ü. Friburg! in Br,, 1923.

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