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58 <<ALVERNIA)) mundo (61). Llenos de alegría y de agradecimien– to, debemos besar las paredes del convento, don– de tanta dicha encuentran los buenos religiosos. Por la bondad especial que el Dios de las miseri– cordias ha usado con nosotros, debemos invitar a todas las criaturas a bendecir y dar gracias a Dios. venid, oícl y os contaré a todos los que te– méis a Dios cuánto ha hecho a mi alma (62). «Ve, dice S. Buenaventura, cuántos beneficios te ha hecho Dios; considera cómo te creó, te redimió, te llamó. ¿De dónde te llamó? Te llamó del mun– do lleno de miserias, de los lazos del demonio que arrastra las almas a la condenación eterna. ¿Para qué te llamó? Para que la alabes y le ames» {63). Este es grandísimo beneficio, porque es el oficio de los ángeles. En el cielo no hacen otra cosa más que alabar a Dios. Mira cómo debes vivir tú, ·que has sido llamado a realizar el oficio de los ángeles. Dios te llamó del mundo de miserias, te condujo por los caminos rectos y seguros de la vida eterna. Es una gracia inmensa que nos hizo Dios sólo por su infinita bondad. III. LA VOCACION RELIGIOSA NOS OBLIGA AL AGRADECIMIENTO Y CORRESPONDENCIA Este amor de preferencia, que Dios nos ha mos– trado, pide por nuestra parte gratitud y corres– pondencia. Jesús mostraba satisfacción a los cu– rados cuando se mostraban gratos a sus benefi– cios; y se disgustaba cuando se olvidaban de las gracias recibidas. Baste recordar el caso de los diez leprosos. Uno sólo volvió a darle las gracias, y eso que era extranjero. Jesús, con honda pena, se lamentó, diciendo: «¿No fueron diez los cura- (Gl l Melior est cUes mia in atriis tuis super inillia . .Ps., LXXXIII. 11. (62) Venite, audite et narraba, omnes qui 'l'imetis Deunv, quanta fecit aninwe meae. Ps. LXV, 16. (63) Opuse. XXII. Epist. de Imit. Christi, Opc:-. Omn., t. VIII, pág. 499, n. 2. Quarucchi, 1898.

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