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DIA II Conferencia II (III). FIN DEL RELIGIOSO A) De la vocación religiosa. Qui nos libcravit, et vocat•it voca– tione sua sancta, non Eecundum ope– ra no tra, sed sec,undum propos·ituni suum et gratiam. Nos libró y llamó con la santa vocación, no por nuestros méritos, slno por su voluntad y gracia. (II Tiin., I, 9.) l. Todos los hombres deben ser religiosos, por– que todos están obligados a practicar la virtud de religión. Pero aquí entendemos por religiosos los que JJrofesan un estado especial de perfección evangélica aprobado por Za Iglesia. Estos, ade– más de los fines comunes a todos los cristianos, tienen otros especiales, determinados por el .es– tado especial que han abrazado. El fin de la vida religiosa lo podemos considerar en dos _fases dis– tintas: Primero, en su origen, o sea, en la llama– da de Dios al estado de perfección; segundo, en su fase definitiva, cuando la persona, mediante la profesión, emite los votos y se compromete a la observancia de ellos y de todas las demás pres– cripciones de su Orden o Instituto. En esta con– ferencia trataremos solamente de la vocación re– ligiosa, dejando la materia de la segunda fase para otra conferencia. 2. La historia y la experiencia enseñan que en todos los estados de la sociedad se puede servir a Dios y conseguir el último fin; pero es cierto tam– bién que no todos los estados son igualmente ap– tos para conseguirlo.

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