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46 «ALVERNIAll vo debe ser el de Samuel: Hablad, Señor, que 1;uestro siervo escucha (38); el del salmista: Se– ñor, yo soy tu siervo (39); el de s. Pablo: Señor, ¿qué queréis que haga? ( 40); el de Jesucristo: Padre, no se haga mi voluntad, sino la vues– tra ( 41). Este es el lenguaje de los verdaderos siervos de Dios. La voluntad de Dios es la úni– ca regla de conducta... VI. MEMORIA DEL FIN 19.-Memento finis. ¡Acuérdate del fin! De– bemos acordarnos de nuestro fin, y en todas las cosas mirar al fin para que fuimos creados por Dios. Si hasta el presente me he olvidado de mi fin, en adelante quiero meditar en él y con– sagrarme al servicio de Dios. Sin reserva le en– tregaré mi alma con sus potencias, mi cuerpo con sus sentidos, mi ser con todas sus actividades, mis bienes interiores y exteriores; todo cuanto soy y valgo lo quiero emplear en el servicio de su verdadero Dueño. Por Dios vine a este mundo y por Él quiero vivir y morir. Él fué mi principio Él debe ser también mi fin. Todo cuanto existe en el mundo lo ha ordenado para mi bien. Dice San Lorenzo de Brindis: «D!os todas las cosas hizo para nosotros, nada para Sí, porque de nada ne– cesita, de ninguna cosa creada puede recibir uti– lidad o gozo: todo lo que ha obrado en la natu– raleza. universal, en la santa Iglesia y en el pa– raíso, lo ha hecho por nosotros Hasta su mism0 Hijo envió al mundo por nosotros, por nuestra causa y para nuestra utilidad, por la grande ca– ridad con que nos amó (42). Me serviré, pues, de todo para conocerle, para amarle, para glorificar- (381 Loc,uere Domine, qmu cmdit sen·us tuus. I Reg .. IIL 10 (::19) i40i (.:11J Luc., XXII, 42. 1ne non Pt. CXVIII, 125. /acere? Act., IX, 6. mea vol1mtas, sed tua fíat. (42) Quaclragesimale I, Dom. Pass. fer VI, Qper. Omn., vol. IV. pág. 488 Patavii, 1936.

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