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44 ((ALVERNIA)) bre ofrecen un armonioso concierto al Creador; sólo el hombre ingrato es la nota discordante... ¡Qué ingratitud más monstruosa la nuestra! De ella se queja el Señor por su Profeta, diciendo: Hasta el buey reconoce a su dueiio; el jumento, el pesebre de su amo; mientras Israel no me conoció, y mi pueblo no me entendió (34). ¿Este es el pago que dáis a mis beneficios, a mis gra– cias, a mis amores? Si un poderoso señor poseyera un hermoso jar– dín y sembrara en él toda clase de plantas y las cultivara con esmero y las regara con cuidado, ¿no esperaría de ellas hermosas flores y sazona– dos frutos? Pues bien: nosotros somos como ár– boles plantados por Dios en el jardín de este mun– do para que demos flores y frutos de virtudes. Las flores y frutos de nuestro entendimiento, co– nociendo a Dios en sus obras maravillosas; las flores y los frutos de nuestra voluntad, amándole con todas nuestras fuerzas; las flores y los frutos de nuestras buenas obras, sirviéndole con fideli– dad. ¿Qué haría el señor del jardín si las plan– tas no dieran ni flores ni frutos? Arrancarlas y echarlas al fuego. ¿Qué hará Dios con nosotros si no tenemos flores y frutos de santidad? Arran– carnos y arrojarnos al fuego del infierno. Recor– demos la higuera in.fructuosa del Evangelio, cómo después de haber sido bien cultivada no dió fru– tos, y el Señor, cansado de esperar, la arrancó .(35). Eso mismo sucederá con nosotros. Nuestro divino Jardinero, después de habernos cultivado con sus gracias, auxilios y beneficios, al ver que no damos frutos, antes al contrario, le ofendemos, nos apar– tamos voluntariamente del fin, se cansará de es– perar, y el día menos pensado nos arrancará de este mundo y nos arrojará en los tormentos del infierno ... Ahora que tenemos tiempo, obremos el bien, porque después ya no habrá tiempo .(36). (34) Cognovit bos possessorem sumn et asinus prae– sepe dornini sui; Israel autem me non co(Jnovit, et po– pulus rneus non intellexit. Is., I, 3. (35) Luc., XIII, 6 sigs. (36) Quia ternpus non erit arnplius. Apoc., X, 6.

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