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DÍA II.-«DIES CCGNITIONIS)) 35 nuestro Padre, que con amor infinito nos creó; es nuestro Señor, que nos sometió por necesidad a su dulce servicio; es nuestro Rey, a quien debe– mos vasallaje; es nuestro Artífice supremo, que puede disponer de nosotros según le plazca... De - pendemos de Dios como el efecto de su causa principal, porque nuestros padres fueron sólo causas secundarias que concurrieron en su orden y según su naturaleza para que Dios nos comuni– cara. el ser; no pudiendo haber ser participado que no dependa del Imparticipado. Luego depen– demos de Dios como la vida del árbol de su raiz; si. se corta la raiz, el árbol perece. Como el río de la fuente; si ésta cesa de manar, aquél no pue– de correr. Como la casa del fundamento; si se destruye el fundamento se derrumba el edificio. Dios es la raíz que nos comunica la vida, es el origen de nuestra existencia, es el fundamento do nuestro ser. ¿.Qué sucedería si Dios nos vol– viese a tom'.lr todo cuanto nos ha dado? Si nos quitara la vida, seriamos inertes; si nos arreba– tar'.! la existencia, desapareceríamos del mundo; s!. nos privara del ser, volveríamos a la nada ... 10. Del hecho creativo y conservativo se de– duce que Dios tiene sobre nosotros un dominio esencial, supremo, universal y eterno. al Esencial. Dios no estaba obligado a sacar– nos de la nada; p2ro una vez que quiso crearme, esencialmente dependo de Él; necesariamente de– bo ser obra su:va. Dios dejaría de ser tal, si pu– dieni, enajenar su do 1 11inio, y yo dejaría de ser criatura, si me pudiera declarar independiente de Dios. b) Supremo. Nosotros, ante todo y sobre to– do, somos de Dios; todos los derechos que los dc,11:ís hombres puedan tener sobre nosotros, de– ben e;ctar subordinados al derecho de Dios, que es cr 1 gen de todos los derechos humanos. No puede haber potestad que no renga ele Dios (10). Luego estamos obligados a obedecer a Dios antes que a los hombres ... c) Universal. El dominio de Dios se E,xt:ende a todas los hombres y a todo el hom • (10) Non <'St potestas nisi a Deo. Rom., XIII, l.