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DÍA II.-<<DIES CCGNITIONIS)) 31 Para mayor claridad, consideremos los puntos siguientes: I. Noción del fin del hombre. II. Nuestro Creador debe ser también nues– tro fin. III. Hemos sido creados por Dios para cono– cerle, amarle y servirle. IV. E.rcelencia de nuestro fin. V. Olvido del fin. VI. Memoria del fin. l. NOCION DEL FIN DEL HOMBRE 5. ¿Qué es el fin? Fin es aquello por lo cual se hace una cosa. Es lo que mueve al agente a obrar en un sentido determinado. Viene a ser como el peso de una balanza que inclina el fiel hacia una parte. En los seres libres el fin determina la voluntad a obrar. Prescindiendo ahora de ia diversidad de fines, sólo haremos mención de dos que nos interesan para nuestra meditación: fin del hombre en esta vida y en la otra. 6. El hombre tiene dos estadios: uno tempo– ral, en este mundo, y otro eterno, en el otro; uno que empieza con la vida y termina con la muer– te; otro que empieza con la muerte y durará por toda la eternidad. El fin se puede considerar res– pecto de Dios y del mismo hombre. Respecto de Dios, tunto en esta vida como en la futura, es siempre su gloria externa. Como veremos, Dios, al crear, no puede proponerse otro fin que su glo– ria. Todas las cosas obró JJOr Sí mismo (2). Res– pecto del hombre, el fm absolutamente último es la posesión de Dios, su felicidad eterna. El fin del hombre relativamente último, o en este mun– do, es disponerse para la consecución del último (21 Universa propter semetipsum operahls est Domi– nus. Prov., XVI, 4.

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