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DÍA III.-((DIES COJ\lPUNCTIONIS)) 199 merecido, pero no por !:'SO dPjar:;\ ele c:0-r nv,nos doloroso ... 6. Castiqos temporales. De los castigos tem– pornles recibidos 2n este mundo por faltas venia– les nos h:::blan tnmbién la E:c:critura y los autores de Ascética. Moist;s, por una ligera desconfi::mz:1. al l1erir la piedra con su vara para que bro– tas!? el agua, fué privado ele entrar en la tierra de Promisión (202). L'.1 mujer de Lot se convirtió en estatua de sal por una curiosidad (203). Oza murió por sostener con poca r~·verencia el arca del Señor que se caía del carro , 204). c:ncuenta mil setenta bethsamitas, por m:rar con irreveren– te curiosidad la misma arca, fueron heridos de mu0rte rep2ntina (205). David, por una pequeña vanagloria en el recuento de su ejército, fué cas– tigado por la peste, que hizo perecer a setenta mil de sus vasallos (20G1. Ananias y Safira, por una mentira, cayeron muertos a los pies de San Pedro (207). Si esas faltas, en los casos aducidos, fueron .leves o graves, lo dejamos a los exege– tas; pero en la opinión de los que sostienen que fueron leves, los castigos son terribles y ejempla– res ... Por los pecados veniales vienen también otros castigos, como sequedades, amarguras, tribula– ciones y penas interiores que experimentan las almas infieles a la gracia y a las bondades de Dios. Luego hagamos guerra a los pecados ve– n:ales, porque son ofensa de Dios, nuestro Padre y B:enhechor, que nos ha dado tantos benefi– cios naturales y sobrenaturales, tantas pruebas de amor y predilección. Evitemos los pecados ve– niales por nuestro propio interés para no sufrir los terribles efectos que se siguen tanto en este mundo como en el otro. Para. no caer en culpas graves, hagamos caso de las cosas pequeü.as , :Vz; XX, 12. Gei' XIX 'JC II Reg., VI, - e· y ~igs. I Reg., VI. 19. II Reg,, XXIV. lO y s,gs. Aat., V, 1 y sigs,
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