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DÍA I.---«DIES p;;AEPAI;ATlONIS)) 19 Espíritu Santo en los Ejercicios te mostrará el verdadero camino que conduce a la santidad, ::,er:\ para ti la estrella polar que te dirija en la trave– sía de la vida; la brújula marítima que te oriente hacia las playas de la eternidad ... g) Da tuis fidélibus in Te confidéntíbus sa– crum septenarium. ¿Eres un alma fiel, generosa, bien dispuesta? El Espíritu santo te llenará de sus dones, te comunicará en abundancia su espí– ritu, te embriagará en sus amores, como a los Apóstoles, que, saliendo del Cenáculo, las gentes les creían embriagados por el vino ... II. NECESIDAD DE LOS SANTOS EJERCICIOS 11. De lo dicho se deduce la necesidad qu~ tenemos de los Ejercicios. No es necesario más. Sólo resta entrar en el santuario de nuestra con– ciencia, y en presencia del Juez Supremo pregun– tarnos a nosotros mismos: a) Tu, quis es? ¿Quién eres tú? ¿Eres un re– ligioso pecador, vicioso, relajado ... ? En este caso, no hay duda que los Ejercicios son para ti abso– lutamente necesarios para salir de ese estado de muerte. Lava quod est sórdidum. Lavad todo lo manchado por medio de compunción y la con– fesión... ¿Quizá las tempestades de las pasio– nes <20) te han hecho naufragar en el abismo del pecado grave? En ese caso, clama desde el profundo de tu corazón: Se11or. sálvame, porque las aguas penetraron hasta mi alma (21). Sin du– da que Dios llamará en estos días de retiro a las puertas de tu corazón. Si oyes la voz del Señor hoy, no endurezcas tu corazón (22). El empeño principal debe ser reformar tu vida. Deformata reformare. Reconstruir ese edificio (20) Tem11ec tas demersit m.e, Ps. LXVIII, 13. (21) Setlvllln me fac Deu.s; quoniam intrai:cnmt aquae usq1w ad animmn mecim, Ps. LXVIII, 2. (22) Hodie si 1 1 oce1n Domini amlieritis, nolitc obclu– rare corcl1;1, vcstm, Ps. XCIV, 8.

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