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DÍA III.--{(DIES COMPUNCTIONIS)) 183 cos de Aviano y otros muchos que, cimentados en la humildad, atraían con sus perfumes las muchedumbres a sus púlpitos, confesonarios... Los humildes son como imanes que atraen. El humilde tiene una virtud especial que encanta con su simplicidad, sencillez, modestia y sinceri– dad. No busca las alabanzas, los aplausos, los éxitos rotundos, los honores de los oyentes; bus– ca y desea la gloria de Dios, el bien de las almas y la, propia santificación. Como sembrador evan– gélico, planta la semilla, la riega con sus sudores, con sus lágrimas y con penitencias para que Dios dé el incremento. Se refiere en las «Fioretti» que, regresando en una ocasión S. Francisco del lugar de la oración que solía tener en la selva de In Porciúncula, se le hizo el encontradizo su compañero Fr. Maseo de Marignano, y le dijo: «Francisco, ¿por qué a ti?, ¿por qué a ti?» San Francisco le responde: <<¿Qué es lo que quieres decirme con eso?» «Digo que por qué viene todo el mundo detrás ele ti, todos de– sean verte, oírte y obedecerte. Tú no eres hermo– so de cuerpo, no posees grande ciencia, no eres noble; ¿de dónde, pues, procede que todo el mun– do venga en pos de ti?» Oyéndole S. Francisco, elevó sus ojos al cielo por largo rato, luego volvió en sí, se arrodilló, dió gracias al Seüor y con gran fervor de espíritu se volvió a Fr. Maseo y le dijo: «¿Quieres saber por qué a mí? ¿Por qué todo el mundo rne venera y me sigue? Los ojos del Altí– simo contemplan los buenos y los malos, y esos ojos santísimos no han visto entre los pecadores ninguno tan vil, tan insuficiente, ni tan grande pecador como yo. Para realizar esa operación ma– ravillosa. que intenta hacer, no ha encontrado una criatura más vil sobre la tierra. Y por esto me ha elegido a mí para confundir la nobleza y la grandeza, la fortaleza, la belleza y la sabiduría del mundo, a fin de que se conozca que toda vir– tud. que todo bien, viene ele El y no de la criatura, y que ninguna persona se pueda gloriar en su presencia; mas el que se gloría, se gloríe en el Señor, a quien pertenece todo honor y glo-
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