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DÍA IIL-«DIES CüMPUNCTIONIS)) 179 A esa sublimidad había llegado el Apóstol, cuan– do decía: Lejos de mí gloriarme en otra cosa que en la cruz de mi Seiíor Jesucristo 059), y en los Actos apostólicos se escribe: Que iban los Após– toles contentos y alegres ante los jueces, porque se consideraban dignos de padecer contumelia por el nombre de Nuestro Seriar Jesucristo (160). II. NECESIDAD DE l,!\ HU'.VHLDAD Por múltiples razones es necesaria la humildad para adquirir la santidad. Indicaremos sólo al– gunas. 1. La humildad es fundamento de la santidad. Cuando se quiere construir un edificio es nece– sario empezar por los fundamentos, y cuanto más grande y elevado, tanto más profundos y sólidos se necesitan. Esto que sucede en la construcción material, tiene perfecta aplicación al edificio es– piritual de la santidad. Magníficamente lo expli– ca S. Agustín diciendo: <<¿Quieres ser grande?, em– pieza por lo mínimo. ¿Piensas construir una gran– de fábrica de perfección?; piensa primero en el fundamento de la humildad; cuanto mayor sea el edificio, tanto más profundo debe ser el fun– damento» (lGl) .• San Buenaventura aflade: «Como la soberbia es el principio de todo pecado, así la humildad es el fundamento de todas las virtu– des» 1162). «En la humildad consiste la suma de la perfección» <163). Sin el fundamento de la humildad la santidad no es segura, las virtudes no tienen una base sólida. <<El que reúne virtu– des sin humildad, es lo mismo que el que quiere (159) ivlihi absit gloriari ni i in cruce Domini nostri Jes1¿ Ghristi. Gal., VI, 14. ( lGO) lbant A11ostoli gauclentcs conspectu condlii, quoniam digni habiti sunt pro Jcsu contumeliam pati. Act. Apost., V. 41. (161) Serm. LXIX, cnp. I, n. 2. M. P. L .. t. 38, col. 441. (Hl2¡ De perf. vitae ad Sorores, cap. II, n. 1, t. VII, p. 110. (10:li Q¡rncst tlisp. ,; ,: puf. evang., (!. I, V, p. 110.
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