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DÍA III.-«DIES COl\!PUNCTIONIS)) 175 c) Somos pecadores. Hay un motivo más to– davía de humillación Con esas mismas facul– tades que Dios nos dió para servirle, con la volun– tad libre, que nos concedió para merecer, le he– mos ofendido, abusando de sus mismos dones. De Judas dijo Jesucristo que le hubiera sido mejor no haber nacido (143) que haber cometido el pe– cado de vender a su Maestro; y de todos los hombres pecadores se puede decir lo mismo. Es mejor no ser que cometer la culpa; que vender a Cristo y darle muerte. Y todo el que peca vende a Cristo en cuanto es de su parte, según la ex– presión del Apóstol (144). Luego si consideramos nuestra inteligencia expuesta al error y a la incertidumbre en tantas cosas; nuestros corazón, germen de todos los vicios; nuestras pasiones que solicitan continuamente al desorden de los apetitos; nuestras buenas acciones, llenas de de– fectos, de vanas complacencias, de tibieza, de ne– gligencia, de fa]ta de rectitud de intención; nuestra vida inconstante en el bien, llena de pe– cados graves, o por lo menos leves, dignos de acerbas penas temporales en el purgatorio o de eterno castigo en el infierno, tenemos motivos más que suficientes para vivir humillados delante de Dios, de los ángeles y de los hombres. Pero dirá al1;11no: es cierto, fui pecador, pero ya me arrepentí, ya hago penitencia. Considere, sin embargo, que lo que dice el Eclesiástico: No sribe el hombre si es digno de amor o de odio 045). Supongamos que por la misericordia de Dios es– tén perdonados nuestros pecados; aun en este caso, el mismo Eclesiástico dice· Del pecado per– donado no quieras estar sin miedo (146). No sa– bes si volverás a caer, si cometerás las mismas o más enormes culpas. ¿Quién te ha asegurado 1143) Bonum erat ci, si natus fuisset hamo ille. Math., XXVI, 24. i 144) R1lrsmn crucifiuentes :,'ibi metipsis Filiwn Dei. Hebr., VI. 6. í l 45) Nescit hamo, utrum 11111ore an odio clirmus sit. Eccle., IX, L r 14m DP peccato noli esse sine metu. Eccli,, V, 1).