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174 «ALVERNIA)) mera, quae dat esse et operare; ni el más míni– mo movimiento, la más insignificante acción, po– demos ejecutar sin un concurso inmediato de Dios, aun a las acciones libres del hombre. La necesidad del concurso en filosofía escolástica es cierta; acerca de su naturaleza hay varias opi– niones, de las cuales no podemos ahora tratar, por estar fuera de nuestro campo. Si somos impotentes para obrar naturalmente sin el concurso inmediato de Dios, lo somos más todavía en el orden sobrenatural de la gracia. El Señor mismo lo dijo: Sln Mi nada podéis ha– cer ( 139). Sin la gracia, ni pensamiento, ni de– seo, ni palabra, ni acción, nada que valga para la vida eterna podemos hacer. La misma coope– ración a la gracia es una gracia que nosotros te– nemos que pedir continuamente por los mérito;;; ele Jesucristo, que nos la ganó con la redención. No somos suficientes, dice el Apóstol, para pens0r algo por nosotros mismos; nuestra suficiencia vie– ne ele Dios ( 140l. Sin entrar ahora en los sis– temas de la libertad y de la gracia, en la deter– minación o consentimiento libre de la humana voluntad. la cooperación que exige Dios de nue.;– tra parte para el mérito correspondiente, pode– mos exclamar con S. Pablo: ¿Qué tienes que no hayas reci/Jido? Si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieres recibido? (141). ¿Por qué te enso/Jerlieces, polvo y ceniza? (142). Debemos, pues, humillarnos delant2 de Dios, pe– gar nuestras frentes con el polvo y mendigar como pobres las gracias del Señor, su apoyo y protección en todas las cosas, porque somos sier– vos inútiles, insuficientes para todo bien natural y sobrenatural. t 139) Qnia sine me nihil votestís /acere. Ioann., XV, 5. (140) IVon quod. snfficientes si mus cogí tare aliq·uicl a nobis. quasi ex nobis; sed sufficientia nostra ex Deo est. II cor., III, 5. (141) Quid autem habes c¡uod non aceepi.qt 'i? Si au– tem. aece¡Jisti, quid oloriaris q1wsi non acceveris? I Cor., IV, 7. (142) Q11.id. s11.perbit terrn l't cinis? Ecdi,, X, 9.