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172 «ALVERN!All violeta escondida, y nos agradarán sus perfumes. Consideremos brevemente: I. Naturaleza de la humildad y motivos para ser humildes. II. Necesidad de la humildad para adquirir la perfección. III. Modelos admirables de humildad, que nos eslimulan a la práctica de esta virtud. IV. Resumen y e:L'hortación l. NATURALEZA DE LA HUMILDAD Y MOTIVOS QUE TENEMOS PARA SER HUMILDES DE CORAZON ¿Qué es humildad? San Isidoro, atendiendo a la etimología de la palabra, escribe: «Humilde se llama aquel que se inclina hacia la tierra .(134); esto es, que se adhiere a las cosas pequeñas, ínfimas. Se define realmente diciendo que es una virtud por la cual el hombre, conociéndose ver– daderamente a sí mismo, se desprecia.» Santo To– más dice «que es una virtud que refrena el áni– mo para que no tienda inmoderadamente a las cosas sublimes o excelsas» (135). La humildad se deriva de la virtud cardinal llamada templanza, que tiene por objeto moderar el apetito según los dictámenes de la recta razón. La humildad tiene por fin moderar el apetito que existe en el hombre a la grandeza y a los honores, no per– mitiendo que pase los limites marcados por Dios, conocidos por la razón y por la fe. Para conocer bien la naturaleza de la humil– dad es necesario considerar lo que es de Dios y lo que es del hombre, lo que pertenece a Dios y a la criatura, al prójimo y a si mismo. Por esto es necesario examinar los motivos en que se (134) Hmnilis quasi hmni acclinis. Etyrn., lib. X, litt. X, lítt. H. M. P. L., t. 82, col. 379. (135) Smn. Thcol., II, II, q. CLXI, art. l.

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