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lGG « A L V E rr N I A )) --------- -------- la tierra ( l14J. Los soberbios gustan de las ala– banzas, aunque sean injustas y no las merezcan: se ahuecan con:o vanidosos pavos reales; son como balones llenos de viento: se disina el vien- to y no valen para nada'. - Los soberbios y vanidosos, cuando les faltan las alabanzas ajenas, disimuladamente se alaban a sJ. mismos. Hablan de todo lo que puede redun– dar en honra propia, de los grandes trabajos, de los muchos servicios, de los grandes éxitos, de los sacrificios, de su linaje, de su familia, de sus amistades con los grandes, de sus penitentes, con una simpleza, que los que les oyen se ríen para su interior y ks jUZS!:an fatuos. Otros, disimula– damente, llevan el agua a su molino, nun con hu- 111illacio.1ces y desprecios, a fin di? que los oyentes puedan formarse una buena opinión de ellos. Existe la vanidad en un siervo de Cristo cuando apetece el favor de los hombres, cuando busca b, alabanza humana, cuando desea los honores. Todas estas cosas debe huir como de un vene– no, porque son causas y raíces de muchos males. IH. DAÑOS QUE CAl'SA LA SOBERBIA EN EL ALMA La soberbia, además de ser madre de tantos vicios y pecados, es causa también de muchos daños en la vida espiritual y de perfección. Basta enumerar sólo algunos de los efectos desastrosos que produce. l. La soberbia vriva de muchas gracias esvi– rituales. El mismo Dios dice que resiste a los so– berbios y da su gracia a los humildes (115). Co– mo los soberbios están llenos de egoísmo, no tie– nen capacidad para recibir la gracia del Señor. Son como depósitos llenos de fango que no pue– den recibir ningún líquido limpio y exquisito. Seis 1 , i4J mtlvis, quem proiicít ven tus a Jacie terrae. Ps. I, (115) Deus superbis resistit, lmmi!ib11s a1itPm dat gra– tiam. l Petr., I, 4.
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